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Título con sesenta caracteres como este ya es muy largo mepa

Un mate navega entre nubes de ravioles, mientras un farol susurra coplas y el viento pinta bizcochos. El colectivo galopa sobre yuyos, la luna revolea empanadas y todo gira en un desvarío sin ton ni son.

Una cosa locuazmente fantástica h1

Un paisano con boina de espuma charla con un zapallo que silba milongas, mientras una mina con pollera de niebla ceba mates que flotan. El colectivo zumba, cargado de gallinas que tejen alfajores y pibes que cosen estrellas. En el almacén, el café murmura zambas y el pan huele a barriletes.

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Una cosa locuazmente fantástica h6

Los faroles relinchan, las bocinas pintan nubes, y las abuelas saltan mates que danzan como trompos. Un perro ladra versos bajo un ombú que toca chamamé, y el cielo se llena de caramelos que silban. Todo es un remolino rimbombante y el cuore que late a puro desquicio.

Un compadrito con chambergo de nubes conversa con un hornero que recita versos torcidos, mientras una mina con botas de espuma zapatea sobre charcos que cantan milonga. El colectivo, ligero como pluma, galopa sobre un río de facturas, cargando un circo de personajes: el tambero que teje sueños con alpargatas, el pibe que vende barriletes hechos de ravioles y la abuela con un changuito lleno de yuyos que silban y risas que flotan. En el bar de la esquina, el café susurra zambas con el mate, y los parroquianos debaten si las estrellas tienen gusto a torta frita o si el viento cosecha caramelos. Afuera, todo es un despelote: un gaucho pinta el cielo con milanesas, un perro ladra en verso bajo un farol que toca guitarra, y el aire mezcla olor a pan con suspiros de tilo. Los surcos del tiempo cantan cumbia, los faroles zapatean chamamé, y el horizonte, entre nubes y sombras, cosecha sueños que giran como trompos. Todo se enreda en un vendaval galopante y el cuore late a puro desquicio en un carnaval que no pide permiso ni frena.